Día con día la sociedad avanza en su largo caminar por el sendero de la vida en busca de una evolución que le
permita la comodidad, satisfacción y superación. Se habla de mejores máquinas que nos permitan estar en un nivel
que antes nadie hubiese imaginado, se experimenta con sustancias y técnicas para que la vida no se apague tan
rápido como hoy. Se emplean recursos en la investigación de crímenes y hechos pasados que permitan encontrar
respuestas a la multitud de interrogantes. Se busca llevar al poder a personas más humanas y comprometidas
porque el mundo no está en sus mejores momentos. Se llama a la unidad como familia, pueblo, nación y hasta de
manera global, nadie recuerda que entre todo esto existen personas que sirven de punto de inicio, de enlace y
hasta como juez al momento de evaluar cualquier proyecto: Un Maestro.
Los maestros, con título o sin él, nos guían desde la cuna o antes. Siendo la primera nuestra Madre y junto a ella
nuestro Padre quienes nos forman en hábitos que nos servirán toda nuestra existencia, luego en crecimiento
los hermanos y primos, los vecinos quienes con su caudal de experiencia nos proporcionan lo necesario para
sobrevivir en la jungla del vecindario. Cuando finalmente llegamos a un aula el Maestro que nos espera allí
impartirá técnicas sobre cómo escribir y comportarnos, cómo solucionar problemas y también cómo crear algunos
más.
Al paso del tiempo descubrimos que ya en nuestra oficina, con paredes o sin ellas, siempre estará en nuestra
memoria aquella persona que con cariño nos guió y corrigió en el momento justo, tal vez no lo supimos valorar en
aquellos tiempos, pero eso nos hizo quien hoy somos. Esas palabras de ánimo por las que hoy hemos superado
fronteras y conquistado territorios. Y por qué no decirlo aquellos que no supieron atendernos, para quienes una
taza de café, la tertulia con sus compañeros o las ventas de productos para auxiliarse en su desgastada economía
fueron más importantes y por eso hoy somos personas responsables que exigen ser mejores cada día.
Un maestro o maestra es la influencia sin fin. Si hoy en día la sociedad está mal, no es solamente culpa de quienes
están en un salón, es nuestra responsabilidad compartida, porque aunque no portemos uniforme, título o
identificación como docente; sí somos influencia para todos y cada uno de los que nos rodean. Nuestros actos son
cátedras completas sobre cómo vivir, nuestros aciertos y desaciertos son experimentos que otros mejorarán o
repetirán. Siempre existirá alguien que aprendió algo de nosotros.
El Maestro recibe el llamado a ser un facilitador en el desarrollo de las competencias que debe desarrollar un
ciudadano que forme parte de un perfil a largo plazo dentro de una sociedad. Pocos o casi nadie saben que día con
día pasa por la mente de cada maestro el cómo, cuándo, dónde, con qué; el por quién y para qué ya lo tiene: sus
alumnos y para las vidas de los mismos. Existen desvelos, rechazar el participar de actividades personales, incluso
el poner a su familia después de su trabajo. Eso es para quienes trabajan en un colegio o escuela, pero para cada
persona, mayor o menor de edad no hay llamado, solo la enseñanza de lo que antes se aprendió.
Hoy entonces no es día solamente de unos cuantos que trabajan de lunes a viernes 5 horas diarias, es día de todos
y todas en este mundo, que tarde o temprano aunque no quieran serán Maestros.
Felicidades a todos los Maestros de Guatemala en su día.
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