Una trabajadora de la Dirección de Atención y Asistencia al Consumidor (Diaco) de Suchitepéquez utilizaba la oficina y el equipo de trabajo para transmitir sesiones de vídeos para adultos en línea, por los que cobraba US$160 —aproximadamente Q1 mil 230— a cada cliente que la contactaba.
La oficinista, contratada bajo el renglón 022 por el Ministerio de Economía al que pertenece la Diaco, fungía como secretaria de la sede en ese departamento.
Que estúpida, en lugar de comprarse una computadora y buena señal de internet con todo el pìsto que ganaba enseñando la pusa, lo hacía desde una oficina del gobierno.
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